La segunda entrega de la saga que revolucionó el cine de acción vuelve a poner a Matt Damon contra todo el sistema de espías.
Hace dos años Jason Bourne (Matt Damon) pensaba haber dejado atrás su pasado. Pero ahora ese pasado vuelve a por él. Bourne y Marie (Franka Potente) han mantenido una existencia anónima y clandestina, al precio de una movilidad permanente. Pero el juego global del ratón y el gato ha vuelto a comenzar, obligando a entrar en acción al Jason Bourne creado por Treadstone, el operativo secreto, ahora desmantelado, del que ha surgido un grupo de implacables asesinos profesionales. Son ellos los que han venido a llamar a su puerta y Bourne va a cumplir las reglas: deberían haberle dejado en paz. El caso Bourne supuso en 2002 una bocanada de aire fresco en el género de las películas de acción producidas en Hollywood, inspirándose en la serie de novelas de espionaje creadas durante la guerra fría por Robert Ludlum. Esta segunda entrega sigue los patrones de su predecesora manteniendo intacto a la mayoría del equipo pero cambiando el director por Paul Greengrass (curtido en el mundo del documental) que acababa de ganar el Oso de Oro en Berlín por la comprometida Bloody Sunday. Este cambio de director se traduce en una puesta en escena realista y fría que aporta credibilidad a la historia. Matt Damon con su aire de inocencia y su contundencia física continúa siendo uno de los grandes aciertos de esta saga pues da la ambigüedad necesaria a este asesino en búsqueda de si mismo. Pero, sobretodo, esta película destaca por sus trepidantes escenas de acción, muy físicas, sin grandes efectos especiales y gracias a ello mucho más contundentes.
Viernes 25, a las 22:00
N.P.
