No cabe duda de que el Goya de Honor es uno de los premios más importantes que una actriz puede recibir en nuestro país. Y lo es porque es otorgado por los compañeros de profesión, reconociendo la admiración y el orgullo, pero también las enseñanzas que ha prodigado en su carrera. El Goya de Honor de este año es para Ángela Molina, un auténtico mito del cine español, y una de sus embajadoras más activas, con una larga carrera internacional a sus espaldas. Pocos rostros como el suyo encarnan de una forma más fiel y apasionada el cine español, entendido como riesgo, experimentación y pasión.

Desde su primer papel en No matarás (César Fernández Ardavín, 1974), teñida de rubio y jovencísima, hasta el thriller urbano Carne de neón (Paco cabezas, 2011), proponemos un exhaustivo recorrido por la carrera de una de las actrices que mejor han contribuido a ampliar los recursos expresivos de nuestro cine, recorrido que demuestra la extraordinaria versatilidad y sus inacabables recursos interpretativos.

Por eso, hacemos hincapié en sus colaboraciones con dos de los directores que mejor han entendido su enorme potencial. El primero es Manuel Gutiérrez Aragón, uno de sus grandes valedores, y quizá el primero de sus admiradores, como él mismo se definió. De ambos presentamos Camada negra (1977), extraordinaria parábola sobre el peligro de los extremismos políticos y la imposibilidad de la inocencia en tiempos convulsos, y Demonios en el jardín (1982), quizá la obra maestra de su director, en la que Ángela trabaja junto a Ana Belén, una historia donde el silencio es más elocuente y doloroso que las palabras.

El otro director con el que Ángela Molina ha trabado una complicidad inigualable es Jaime Chávarri. De ambos presentamos A un Dios desconocido (1977), la primera de sus colaboraciones; Bearn, o la sala de las muñecas (1983), un clásico del cine contemporáneo, con uno de los mejores repartos que se hayan visto nunca, que incluye a Fernando Rey, Amparo Soler Leal, Imanol Arias o Alfredo Mayo; El río de oro (1986), extraordinaria rememoración de los misterios de la infancia y sobre todo el que quizá sea el papel más recordado de su carrera, el de la cupletista Pepita, trasunto de tantas carreras frustradas por la Guerra Civil, en Las cosas del querer (Jaime Chávarri, 1989) y Las cosas del querer II (Jaime Chávarri, 1995). La escena en la que acompañada de Manuel Bandera canta Las cosas del querer está en el recuerdo de todos los que aman el cine español.

Junto a ellas, ofrecemos la posibilidad de ver auténticas joyas como La Sabina (José Luis Borau, 1979), uno de sus papeles más recordados, una película que oscila entre la comedia romántica y el género fantástico; Operación Ogro (Gillo Pontecorvo, 1980), un largometraje que marcó una época, que cuenta el atentado que le costó la vida a carrero Blanco y que originó algunas de las imágenes más icónicas de la Transición Española; Lola (Bigas Luna, 1986), un melodrama pasional y erótico, en la Barcelona de extrarradio; el drama histórico Esquilache (Josefina Molina, 1989) junto a Fernando Fernán Gómez y Adolfo Marsillach; Martes de carnaval (Fernando Bauluz, 1991), adaptación de un esperpento de Valle Inclán o El baile de las ánimas (Pedro Carvajal, 1993), otra película oscura, interpretada junto a su hermana Mónica Molina.

Pero también presentamos una joya como Una mujer bajo la lluvia (Gerardo Vera, 1992), remake de La vida en un hilo, de Edgar Neville, interpretando el papel que ya encarnaba Conchita Montes, el de una joven vitalista y enérgica a la que la vida le da a elegir varios caminos, sin saber cuál es el acertado. Y es que también hay que reivindicar la extrema sabiduría de la actriz para hacer reír, como demuestran la comedia gamberra protagonizada por Albert Boadella, La portentosa vida del padre Vicente (Carles Mira, 1978); ¡Oh, cielos! (Ricardo Franco, 1995), una película disparatada sobre la publicidad y el más allá; la dulce y vitalista Al sur de Granada (Fernando Colomo, 2003) o la comedia urbana de un nuevo costumbrismo Piedras (Ramón Salazar, 2002).

Y ya que Ángela Molina es una de nuestras actrices más internacionales, y más galardonadas en el extranjero, con premios como el David de Donatello, también queremos mostrar dos trabajos hermosos hechos con realizadores extranjeros, como Edipo alcalde (Jorge Alí Triana, 1996), una adaptación de Gabriel García Márquez de la tragedia de Sófocles trasladada al siglo XX o Memorias de mis putas tristes (Henning Carlsen, 2011) otra adaptación del Nobel colombiano.

Todas estas películas están disponibles en FlixOlé en versiones digitalizadas, con la mejor calidad de imagen y sonido.

Prensa

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