La compañía Vodafone ha suspendido temporalmente el proceso de fusión entre Vodafone España y Vodafone Ono, heredera de la antigua compañía de comunicaciones surgida en Valencia. Según expone, «debido a causas sobrevenidas de orden jurídico», se ha decidido suspender temporalmente el proceso de fusión por absorción que se comunicó el pasado 10 de mayo.
De este modo, no se podrá completar la medida con el suficiente margen como para que empiece a tener efectos prácticos el 1 de junio de este año, como estaba previsto. Así, Vodafone Ono seguirá operando y manteniendo su personalidad jurídica propia.
Fruto de este escenario, Vodafone ha trasladado a sus grandes clientes que, por el momento, continúen utilizando los datos de Vodafone Ono para todas las comunicaciones, facturas y pagos, y que entiendan como no realizada la comunicación del 10 de mayo que les informaba de la necesidad de realizar cambios.
En marzo de 2014, Vodafone alcanzó un acuerdo para comprar Ono por 7.200 millones de euros. La operadora de cable española había entrado en perdidas el año anterior, con unos número rojos de 24,7 millones de euros, frente al beneficio de 52,3 millones que había alcanzado en 2012. Su facturación, sin embargo, mejoró un 1,6% hasta situarse en los 1.598 millones, aunque fueron los ingresos registrados en el área de empresas (un 14% más) los que propiciaron la subida frente a la caída sufrida en el área minorista (-1,9%).
Con la compra de Ono, Vodafone triplicó su cuota de banda ancha en España hasta el 21%, además de sumar los 1,1 millones de clientes de la operadora. A su vez, en líneas móviles ascendió hasta tener el 26% del mercado. En cualquier caso, a la compañía británica le interesaba casi aún más la capacidad de integración y gestión de tres redes fijas en paralelo que logró con esa adquisición: sus propias líneas de ADSL (a través de la red central de Telefónica), las conexiones de cable de Ono y la nueva red FTTH que estaba desarrollando junto a Orange para llevar la fibra óptica a cuatro millones de hogares.
El proceso significó despedir a 1.300 empleados en España, el 20% de su plantilla de 6.100 trabajadores. Además, la reestructuración de la compañía ha generado también despidos indirectos, fruto del fin de los acuerdo de servicio con terceros, pero está previsto que se produzca con 417 trabajadores de Indra en Valencia.
Las Provincias