La valiente y creativa lectura de Joel Coen de la obra escocesa es un trabajo lleno de claroscuros y de una rabia cautivadora. Se trata de un filme de una angustia desbordante que analiza con fascinación un mundo devastado por la avaricia y la ambición desmesurados.

Denzel Washington, en un registro muy introspectivo, interpreta al hombre que quiere ser rey, y una maquiavélica Frances McDormand es su Lady. Ambos ofrecen meticulosas interpretaciones de unos personajes hastiados, una pareja que acabará tramando un asesinato político y al que la culpa enloquecerá tras escuchar los pronósticos siniestros de un trío de “hermanas fatídicas” (encarnadas por Kathryn Hunter, que ofrece una actuación física prodigiosa).

Pese a estar influida por el lúgubre diseño visual (y el formato de pantalla) de las adaptaciones clásicas de los años 40 dirigidas por Laurence Olivier, y por la sanguinaria locura medieval del «Trono de Sangre» de Kurosawa, el relato de ruido y furia de Coen es inequívocamente suyo. Esta versión refleja el momento actual a través de una historia terrorífica acerca de un asalto amoral al poder político que, como su protagonista, avanzará sin remedio hacia el infierno.
Desde viernes 14

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