El jueves 23 de noviembre asistimos al final de la segunda parte de la única temporada de La casa de papel. Si bien al inicio de la serie hubo quienes insinuaron falta de originalidad al haber varios puntos en común con varias películas (Plan oculto, la saga de Ocean’s, etc), es cierto que la serie ha ido cobrando personalidad propia a lo largo de su desarrollo.
La serie no pretendí ser realista, simplemente planteaba una situación llevada al límite, con un personaje que lo había calculado todo al milímetro, con una variable que no había tenido en cuenta.
El último capítulo nos lo habían vendido como algo apoteósico, pues bien, hubo disparos, escenas de acción de las que no acostumbramos a ver en ficciones patrias, pero todo eso contrasta con el relax y la situación de confort con la que termina la serie. Se ha apostado por un final tradicional, con triunfo del amor. La verdad es que yo me esperaba un final algo diferente, que nos dejara con la boca abierta, pero no ha sido así. Se trata de un final digno, sí, pero habría estado mejor con algún plus añadido, con alguna nota discordante.
Es la primera producción de Vancouver y se ha dicho siempre que iba a ser una temporada única, por lo que hay que felicitar a productora y cadena por ser consecuentes y no estirar el chicle más de la cuenta (incluso acortaron el número de capítulos de los que iba a constar la serie en un principio, se especuló con que serían 19 y, finalmente, han sido 15). Eso sí, pese a ser una única temporada, tal como afirmaba David Redondo en redes sociales, la máscara de los atracadores se ha convertido ya en todo un icono de la televisión de nuestro país.
Veremos qué nos depara pra el futuro esta productora. En Atresmedia tienen claro que crear un ecosistema con varias productoras es beneficioso para todas las partes. Bambú Producciones producía para TVE y Atresmedia hace un tiempo y ahora coloca sus series en Movistar+, Netflix y sigue con sus clientes tradicionales. ¿Seguirá Vancouver el mismo camino?
Héctor Prades
